El problema de estas reflexiones es, en el fondo, el de aprender a esperar. En realidad esta es la función de la reflexión que interesa. Si nos fijamos en el contenido de las reflexiones no encontramos más que memoria. Y en la memoria nos perdemos. Nos perdemos porque la memoria remite a la experiencia y la experiencia a este mundo. Pero este es sólo el contenido de la reflexión. Lo importante no es aquello en lo que la reflexión se detiene, sino aquello que la reflexión hace al que reflexiona. ¿No es cierto esto? ¿Y qué hace la reflexión al que reflexiona? ¿Cuál es el efecto que produce en él? Es muy sencillo. La reflexión enseña a esperar. ¿Qué es lo que espera la reflexión? Si el individuo se ha dado cuenta ya que espera algo y que ese algo precede completamente su espera entonces, el individuo que espera ha aprendido a esperar —su conversión.

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